|| The Light Passenger ||
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The Light Passenger es una selección de poemas traducidos. Las voces de estos autores resuenan en todas las polaridades de la expresión literaria en lengua francesa y alemana. Se caracterizan por representar los sentidos del mundo a través de su cuerpo. Algunos de estos autores han sido ampliamente traducidos al español y otros aún son invisibles. Su elección no se rige por una cuantificación de su presencia literaria en español, sino que su traducción constituye una búsqueda de luz en la palabra de otro. Se ofrece aquí un escaparate de fulguraciones.

The Light Passenger is a selection of translated poems. The voices of these authors resonate in all polarities of French and German-language literature. They are characterized by representing the senses of the world through their body. Some of these authors have been widely translated into Spanish and others are still invisible. The selection hasn’t been done according to their presence in the Spanish literary system, but their translation constitutes a search for light in the word of another. The Light Passenger offers a showcase of flares.
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The Light Passenger ist eine Auswahl übersetzter Gedichte. Die Stimmen dieser Autoren schwingen in allen Polaritäten der französischs und deutschsprachigen Literatur mit. Sie zeichnen sich dadurch aus, dass sie die Sinne der Welt durch ihren Körper repräsentieren.
Einige dieser Autoren wurden weitgehend ins Spanische übersetzt, andere sind immer noch unsichtbar. Die Auswahl wurde nicht nach ihrer Präsenz im spanischen Literatursystem getroffen, sondern ihre Übersetzung konstituiert eine Suche nach Licht im Wort des Anderen. The Light Passenger bietet ein Schaufenster voller Lichtquellen.
So persönlich die literarische Übersetzung auch ist, sie schafft einen privilegierten Zugang zum Repräsentationscode einer anderen Stimme, zu ihrer Temperatur, zu ihrer Zartheit und zu ihren Widersprüchen. Für mich gibt es keine endgültige Übersetzung, genauso wie es kein absolutes Lesen gibt, abhängig von jeder Erfahrung und jedem Leseleben. Das übersetzte Gedicht ist jedoch ein anderes, neues Gedicht, welches versucht sich vorzuschlagen, als kohärentes Korrelat des ursprünglichen Gedichts, teilweise entnommen aus dessen Licht.
Abdellatif Laâbi. Fez, Marruecos. 1942.
Figura clave de la política marroquí en su juventud, este poeta acabó tras las rejas por su lucha ideológica, y desde ahí supo forjar una poesía que florece sin rencor, que reivindica desde la sutileza. Aquí, la luz de detrás de los barrotes se levanta. Fundador de la revista Souffles en 1966, dio un respiro a una promoción entera de escritores, pintores, cineastas y dramaturgos que buscaban válvulas de oxígeno. Desde su trinchera de combate luminoso y exiliado ya en Francia desde 1985, Abdellatif Laâbi ha hecho arder el Prix Goncourt de la poésie (2009) y el Grand Prix de la Francophonie (2011)
Alfred Kolleritsch. Brunnsee, 1931 – Graz, 2020

Amina Saïd. Túnez, 1953.
En la poética de Saïd el ritmo del paisaje fluye del exterior al interior alcanzando un terreno de intimidad del cuerpo y del espacio en donde lo espiritual y lo físico trazan los ritos de la vida. La fortuna y el desahucio del amor, el tránsito franco-tunecino en el que se forja una identidad desde dos frentes, la madurez y la mirada retrospectiva de su biografía son algunas de sus indagaciones. La escritura de Amina Saïd se extiende en el horizonte de la página con insistentes aliteraciones que construyen una musicalidad espiral, una envolvente de variaciones de signos que progresivamente excavan diversas capas de la escritura y la vida. Versos, pues, de hondura que se despliegan como la espuma del mar sobre la arena.
André du Bouche. París, 1924 – Truinas, 2001

Bernard Noël. Sainte-Geneviève-sur-Argence, 1930 – Laon, 2021.
La poesía de Noël es la de las improntas del cuerpo en la palabra. El cuerpo, su memoria de sí mismo y del otro, donde el primero se encuentra y se extravía. En la escritura de Noël, los sentidos del cuerpo no tienen su límite en la realidad, no acaban en el mundo sino que se extienden hacia el otro. El otro que percibe es también un sujeto que transforma el sentido y la conciencia del primer observador. La reflexión poética de la inmensa obra de Bernard Noël examina el cuerpo en su contacto con el mundo y con el otro. Y el cuerpo que se mira a sí mismo.
Teórico del arte, de la imagen, la escritura de Bernard Noël no es lacónica sino expansiva, el verso dialoga con los límites de la página, con la prosa, con el ensayo; incluso en el terreno de la entrevista ese diálogo es capaz de adquirir un orden estético. Noël es, por otra parte, un pensador de los sistemas civilizatorios, de lo político, de las estructuras que organizan la existencia y los modelos de representación artística en su perspectiva histórica. Porque ha logrado introducir el cuerpo a la reflexión, la poesía y el pensamiento de Noël son eminentemente humanos; ahí ocurre el milagro de la visión, del sudor, del recuerdo y de la palabra.
Christian Uetz (Egnach en Suiza en 1963–)
Fernand Ouellette. Montreal, 1930.

Friederike Mayröcker. Viena, 1924 – 2021
Hechicera del lenguaje, como es, dos palabran sintetizan para mí la voz de Friederike Mayröcker: las manos y la radicalidad. Gesto y pensamiento se desdoblan en su Gesammelte Gedichte 1939-2003 (2019). Serenidad y vértigo respiran en su diario epistolar da ich morgens und moosgrün. Ans Fenster trete (2020). Friederike Mayröcker «teje en sus poemas un tapiz mágico de lenguaje. Los hilos del lenguaje se disparan unos a otros, desplegando una red tan filigrana como expansiva que trasciende todas las definiciones. La poeta pone a prueba incansablemente la traducibilidad de la materia en el lenguaje, aventurándose siempre de nuevo a través de capas inexploradas. Lo que se ve, lo que se vive, lo que se inventa, lo que se experimenta en la mente y lo que se sueña… todo encuentra su camino en el tejido textual. Las nuevas creaciones de palabras se sitúan junto a las citas extranjeras y las autoalienaciones, las huellas de su compromiso con las obras de los colegas junto a las de su trato con la pintura y la música: en todo se expresa un impetuoso poder de percepción, una exploración del mundo que no excluye nada y llega hasta el final» (Surhkamp).
| Benachbarte Metalle (1998)
Gilles Cyr. Gaspesia, Québec, 1940.
Entre sábanas de nieve Gilles Cyr construye una escritura contenida, elegante en su trazo sintáctico y secreta. En la página el trazo asemeja figuras orientales (no en vano ha ejercido de traductor de poetas coreanos). Voz discreta, reservada, de orígenes modestos, la escritura cyreana revitaliza un paisaje concreto pero compartimentado desde el cuerpo, sugerido apenas en bosquejos perceptivos que los sentidos articulan. Lo luminoso, aquí, compone una textura de la que todo surge. Emerge entonces la refracción.
Entre los reconocimientos a su obra se encuentran el prix du Gouverneur général du Canada (1992) y el prix Arthur-Buies (2010). También traduce insaciablemente, desde algún café del plateau Mont-royal, a poetas armenos y coreanos.
Sol inapparent (1978) | Diminution d’une pièce (1983)
Heather Dohollau. Treherbert, Gales, 1925 – Saint Brieuc, 2013.

Henri Meschonnic. Paris 1932- Villejuif 2009

Jacques Dupin. Privas, 1927 – París, 2007
Poeta, ensayista, crítico de arte y galerista, Jacques Dupin fue miembro fundador de la revista L’Éphémère, junto a Yves Bonnefoy y André du Bouchet, y aunque en vida sólo recibió el Gran Premio Nacional de poesía (1988) su obra y figura han conocido múltiples reconocimientos tras su muerte. Lo mismo en el ensayo que en el verso, Jacques Dupin produce electroshock en la palabra. La poesía de Dupin es el cuerpo palpando las explosiones del espacio. Su escritura se agarra al asfalto y toma la forma de las estridencias que se perciben despacio.
Le corps clairvoyant (Gallimard, 2013) reúne parte de su obra poética. En El cuerpo clarividente, Dupin tensa las mutaciones del paisaje de las que germina una forma del caos. Su universo sonoro está lleno de resonancias y estridencias que configuran un espacio a la vez caótico y coherente en el que ruido está la base de esa armonía compleja. Jacques Dupin teje mundos que se perciben en el vértigo, bajo una luz enmarañada.
Lorand Gaspar. Transilvania, 1925 – París, 2019

Paul-Marie Lapointe. Lac-Saint-Jean, Québec, 1929 – Montreal 2011
Paul-Marie Lapointe ocupó un espacio epicéntrico en la poesía quebequense de la época tanto como en la vida política de una sociedad necesitada de redefiniciones y levantamientos simbólicos: construir la memoria literaria a partir del territorio y del lenguaje fue quizás una de sus funciones. Profundamente vinculado a la que se convertiría en la editorial nuclear de la poesía quebequense (L’Hexagone), Paul-Marie Lapointe supo hacer emerger con fuerza una escritura arraigada al suelo y a los árboles.
Philippe Jaccottet. Moudon, Suiza, 1930

Rina Lasnier. (1915-1999)
Robert Melançon. Montreal, 1947

Salah Stétié. Beirut, Libia, 1929.

Hombre de combustión, Stétié se desplaza lo mismo como poeta, como diplomático o como pensador de las ideas que rigen la identidad y el misticismo del mundo árabe y del occidental. Stétié es sin duda una figura de conciliación entre varios mundos: un puente. Entre las distinciones que rodean su obra y su figura está el premio Max-Jacob y el de la Academia de la Lengua Francesa; es doctor honoris causa por las universidades de Beirut, Burdeos (Michel de Montaigne) y la Cergy-Pointoise.
Conservo el secreto de la identidad de la poeta que ha elegido la discreción del seudónimo. Pese a la dificultad para localizar sus textos poco publicados, podría decirse no sólo hay en ellos una poética del intelecto clavado en la emoción del paisaje, sino también están los sabios secretos de la acompañante.
Yves Bonnefoy. Tours, 1923.
Bonnefoy encarna una de las modalidades contemporáneas del poeta total. Pensador, crítico, agitador cultural, las ocupaciones metafóricas de Yves Bonnefoy atraviesan la imagen desde todos sus ángulos. Tras un acercamiento juvenil al surrealismo, funda posteriormente la revista La Révolution la Nuit (1946). Destaca su noción de «la presencia del mundo», el aquí y el ahora, la precariedad de lo inmediato y de su desaparición: la apariencia efímera. Es quizás en torno al ícono, el percepto visual, donde Yves Bonnefoy ha tejido la espiral de su escritura, logrando abstraer las entidades percibidas a través de la reflexión del concepto. Concepto y percepto tensan la trinchera de la poesía de Yves Bonnefoy.
Fuertemente intelectual y delicado, este filósofo del verso con indicios de matemático, ha traducido a Shakespeare, a W. B. Yeats, Petratca, Leopardi y Georges Seferi. Yves Bonnefoy es doctor honoris causa por diversas universidades entre las que se cuentan Neuchâtel, Chicago, el Trinity College de Dublin, la Universidad de Edimburgo y la de Oxford. Ha sido profesor en el College de France, y entre los múltiples premios que su obra cuenta están el Gran premio de poesía de la Academia Francesa, el Premio Goncourt de poesía o el Premio de la Bibliothéque Nationale de France. Ha sido enérgicamente traducido, por lo que mi acercamiento a su obra es limitado pero atento.