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Pavel Kiselev |
EL ÁRBOL BLANCO
El árbol se encantado por una nieve siempre sobrevenida,
y el árbol es un soplo inspirado en una máscara de seda
y no la obra de la sombra bajo un acervo de hojas;
por la energía del frío la nieve ha duplicado su pureza
y todo barril blanco es el trípode del sueño.
Moldeado en esa nobleza marginal y descarnada,
el árbol se parece al alma en la victoria de la muerte
y al amor en la estatura de su fábula;
el árbol cobró carne de espectro para crecer
y unirse al lago vertical del azulado horizonte.
Entonces quién revuelve el hidromel de los vientos,
de esas nieves en volutas, de este vino oxidado del invierno
sino el viento impostor de videncia y de atuendo,
y el árbol defraudado es una huida de víboras blancas.
(10)
Rina Lasnier en L’arbre blanc (1966).
Traducción de Víctor Bermúdez.
Original aquí.