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Nishe |
Y luego tus ojos
como ese fuego sobre la montaña
pero una montaña donde se transportaba el mar
para proveerse de una doble transparencia
la bóveda del cielo
todos los matices del azul
con un ligero verde-bosque
y pigmentos pardos de tierra
tal como los imagino
Que decían tus ojos
si esto no es la mentira de mi tribu
sobre las gacelas del desierto
si no es la hipocresía
de los poetas cortesanos
seductores de las Caras-de-la-luna
y de tantos admiradores efebos
si no es el horror
de la violencia patriarcal
ejecutando legítimamente el coito
Me rebelé al principio contra aquello
Luego tus ojos
como el sueño frágil de mi patria
y sus albas de desalientos
la brisa lamiendo el oro de los alminares
y ese fuego transparente sobre la montaña
Tú me mirabas
como Atlantis
o el Cristo hecho león
y al principio todo es mi angustia rabiosa
que yo ahogaba en los fondos marinos de tus ojos
Fuimos como dos continentes
que la deriva llevaba hasta el encuentro
uno bajo el otro, uno sobre el otro
y de raíces entremezcladas
y de savias antidiluvianas
y de todo lo que no se interrumpe
y de todo lo que se parece al hombre
se forma el asombroso cuerpo de nuestro amor
(112-113)
Abdellatif Laâbi, extracto de L’Arbre de fer fleurit (1974)
Traducción de Víctor Bermúdez.
Original aquí.