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Andreas Nicolas Fischer |
EL VERANO
Que lento es el ser que viene
a iluminar el aire.
En la orilla de un muslo nos disolvemos
para tender el corazón hacia las sendas
de los olores umbríos
y el resplandor de las palabras de azafrán
Pese al cielo de hojas que palpitan,
por el sol la montaña se hace grave
sobre la nuca.
En soledad el alma se fatiga.
Las ciénagas levantan las rejillas
como cáscaras alrededor del soplo.
¡Qué exceso en lo infinito
de luz que estalla sobre el ojo cerrado!
Incluso las manos se diluyen contra la curva
de la presencia aún, pese a todo, tan viva.
Y el pensamiento se mutila
en los arbustos de las cigarras.
Que sorda es la fuente bajo el bochorno
y secreto el pasaje del invitado.
y secreto el pasaje del invitado.
Fernand Ouellette, en La terre d’où (1968-1971)