Silent Alarm
El cielo es un campo de batalla silencioso.
Son criaturas hechas de sonidos que temen
las primeras estrenan los relieves más altos,
vienen de latitudes periféricas, bandadas
que desarman las nubes como legos,
colonizan el aire y derrumban helicópteros.
¿No te alarma el sosiego de las aves?
«Que si puedes romperlo puedes
repararlo» establecen, «o es que esperas
un milagro» establecen, «sólo es cuestión
de tiempo» establecen, y eso también es
obviedad, pero no dicen cómo averiguar
el tiempo del espasmo. Yo no quiero ficción
aunque sea ingenuo moverme en una realidad
es suficiente, quizás me baste la belleza pero
quizás es la palabra que sostengo.
Las aves aprendieron a leer
el campo magnético en la tierra.
Así esquivan a todos sus huéspedes
de invierno, se ocultan en escombros
abiertos del azul, donde eluden a intrusos
venenosos, «no seremos los últimos» declaran,
y esa es la alarma silenciosa:
enmudece el cielo repleto de energía.