Escucha, mira: no es algo que surge
de la tierra, viene de más abajo,
como una luz por olas, como un Lázaro
herido, estupefacto, por lentos aleteos de alas
blancas –cuando por un instante todo calla
y realmente es aquí donde estamos, despavoridos–
y tampoco desciende de más lejos que el cielo
a su encuentro con otros vuelos, más blancos
–para no atravesar las raíces lodosas–
¿y no corrían ahora unos hacia otros
cada vez más rápido, como lo hacen
los encuentros de amor?
Ah, piénsalo, sea lo que sea dilo,
di que eso puede verse,
que sabrás todavía correr de esa manera
pero bien escondidos en el áspero manto de la noche.
pero bien escondidos en el áspero manto de la noche.
Philippe Jaccottet, en «À la lumière d’hiver» 1977.