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Octahedron
Tú traspasas el aire para extirpar la esencia
al octaedro, su caricia es un túnel donde lames la incógnita
del vendaval equívoco. Su jaula transparente se reserva
el misterio con que raspa la luz y los vectores
agotan los lenguajes para llevar al cuerpo
otro latido. De sus intermitencias surge
el libido caliente en su certeza, su color
cava la hondura del respiro irritado
y perfora el amor que vibra radioactivo.
Lo que nos blinda se llama ligereza–
Aunque también el universo acaba en la mirada,
cuando termina el trance y se suspende el tiempo
con acertijos que emana la materia. La forma envuelve
al ojo, eléctrica en tu espalda la lascivia se esparce
a todas las esquinas. Ebrios de luz erramos
y mi corazón vuelve a preguntarte:
¿es el vacío lo que lamemos?
Una constelación se expande dentro
la forma indescifrable agita
color en la palabra duda.
Donostia, 2016.